viernes, 25 de enero de 2019


Hasta siempre

Aún recuerdo allá por 1995  cuando en las oficinas de Colex Data oí por primera vez un vozarrón seguido de un hombretón con bigote. Si te digo que no me dio canguelo, simplemente te estaría mintiendo.
Luego aterricé en la calle Monterrey  me dijeron que eras mi jefe y el canguelo se elevó  a J
Pasado ese primer susto lo siguiente que escuché de ti fue un pedazo de carcajada de las que salen de dentro, de las de verdad y eso me tranquilizó un poco (“si se ríe así, no debe ser mal tipo”, pensé)
Luego llegó un largo periodo en el que pasó de todo, discutí contigo muchas veces, me reí contigo muchas más,  trabajamos de lo lindo y te ganaste mi respeto, admiración y cariño.
Madre mía, la de licencias que hicimos, de las manuales que eran las más divertidas (Málaga, Cuenca, 5, Jaén, Alicante, 2), las interminables pruebas de Phoenix, el Advocatus (del que no quiero ni acordarme). Han sido muchas cosas las que recuerdo con algo de nostalgia (supongo que porque entonces era más joven, al igual que tu) y con mucho cariño.
Luego, a pesar de las nuevas funciones que he ido desarrollando, siempre me he sentido vinculada a ti de alguna manera y te he considerado “algo mío”.
Pero en estos momentos me das algo de envidia. Tendrás tiempo para hacer esas cosas que siempre quedan relegadas, podrás dedicar un valioso tiempo a tus seres queridos que suelen ser los más perjudicados por los largos horarios de trabajo.
Podrás también embarcarte en nuevas aventuras y, sobre todo, disfrutar de la vida, que te lo has ganado con creces.
Te echaré de menos a ti, a tu risa, a tu presencia y a tus abrazos de oso, que me encantan.
Hasta siempre, querido Emilio.
Paloma

Querido Emilio Me resisto a imaginar que no vas a estar con nosotros en el día a día y que no podremos hacer nuestras reuniones de bombero...